Ultima noche que pasamos en las haimas. Se echan de menos las comodidades de una casa y una buena cama.
La última etapa en suelo marroquí estaba diseñada para ser de transición. Pensaba ir a un ritmo bajo para recuperar fuerzas de cara al etapón en España, pero nada más pasar el arco de salida, la gente empezó a darle fuerte. Me salió la vena competitiva, no estaba dispuesto a perder en un rato los puestos ganados el día anterior, así que tocaba rodar alto.
El terreno muy suelto y en ligera bajada ayudaba al pedaleo. Me encuentro cómodo, pero los repechos me destrozan. Sólo paro en el avituallamiento 2 porque el primero estaba muy cerca de la salida.
Había zonas peligrosas con gravilla suelta en las que más de uno se llevó un susto. Después de 500 kilómetros y ya apurando los últimos metros, no es plan de jugársela.
Llegamos a la estación de servicio donde nos toca desmontar la bici de nuevo y empaquetarla. Descubro otro radio roto de la rueda trasera; ya van 2. Ducha, algo de comida y cogemos el autobús hacia el puerto de Nador.El bar del ferry hace su agosto vendiendo bollos y cervezas. Traen las bandejas llenas y en dos minutos se acaban. El duty free vende frutos secos como si no hubieramos comido en 5 días.
Las teles echan varios partidos de la jornada anterior. Vuelvo a tener conexión con el mundo, ya que llega el 3G desde Melilla.
Tras la "ligera" merienda, la gente sigue con hambre y se monta una buena cola para la cena, lo que hace retrasar la hora del briefing y dan las 12 cuando nos vamos a dormir.
Las habitaciones del ferry dejan que desear. Es antiguo y hace calor. Menuda noche nos espera...
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